miércoles, 17 de septiembre de 2008
01.- Esta vida es una mierda
02.- Que tontería
03.- Los pijos de la jet-set
04.- En un bar de copas
05.- Echate a un lao
06.- Mira palante
07.- Que bien se ve
08.- Esperando aquí sentado
09.- Buenos momentos
10.- Muévete
11.- Nada de nada
76,15 Megas - 320 Kbps - Mp3 - Carátula Frontal
A estas alturas Porretas no hacen concesiones a nada que no suene a así mismos: así son, es lo que hay. Porretas son el poso de una cultura de barrio que encuentra en la música el mejor, o casi el único, vehículo de expresión propia, portadores de una forma de vida cementada en la carretera, de un lenguaje neto de rock callejero y unas costumbres cantadas que hablan con orgullo del sustrato humilde, y por ello tremendamente sólido, de la vida social de este país.
El trabajo decimoprimero de la veterana banda de r’n’r de Hortaleza (Madrid) no podía tener un título más sencillo a la vez que elocuente: “Once”. En él nos encontramos los siempre efectivos y característicos coros doblados precedidos de estrofas que te explican lo que el estribillo te va a hacer tararear, solos de guitarra de elocuente basicidad (de Chuck Berry mosqueado, para entendernos) y un mensaje que te dice que de acuerdo, que el mundo no tiene solución, pero que nosotros nos abrimos un litro de Mahou y tiramos palante.
Los Porretas llevan haciendo su rock al límite con resonancias punk desde 1985, aunque no se dieron a conocer hasta comienzos de los noventa a través de una recopilación de grupos de su barrio fruto de un certamen que ganaron. El resto ya es historia en las fructíferas páginas de nuestro rock callejero. Han envejecido, claro, y por eso muestran de forma tan solvente lo aprendido en las muchas lecciones. Los Porretas siguen observando el mundo desde el bar del barrio, sin hacer distinciones entre su propia biografía y su mensaje, algo que tiene un nombre: honestidad. Beber, fumar, salir de marcha, tocar, componer, son casi una misma cosa, actividades intercambiables o inseparables. Aquellos críos de barrio que mamaban de todo lo que oliese a calle, son hoy en día cuajados roqueros que han hecho en la vida tantos kilómetros de carretera como de como arrugas. Son perros viejos, resabiados, pellejos como un sol y sombra sin hielo y tan de vaqueros raídos y chupa de cuero como aquellos otros flequilludos chicos del barrio de Queens (New York) que se hacían pasar por hermanos.
“Once” se expresa sin dobleces ni ambigüedades, a las claras, sin retocar el lenguaje con sus dejes más callejeros (y cañís), con amplias dosis de chulesca ironía y una birra de más. “Esta vida es una mierda”, “Mira pa’lante”, “Muevete” son irrefutables declaraciones de principios. “En los pijos de la jet-set” (¿dónde están?/ no se ven/ los pijos de la jet-set) rozan la incorrección en un guiño a su público, que va a devorar ese estribillo. Está el festero ska “En un bar de copas”, que cuenta con la colaboración de los vientos de Ministers del Ron Steady y el imparable r’n’r “Echate a un lao”, dónde suenan como unos Jerry Lee Lewis pasados de anfetamina, piano killer incluido.
El trabajo ha sido grabado durante la primavera de 2008 en los solventísimos estudios Sonoland (Madrid) de la mano de si mismos y del prestigioso técnico vasco de sonido Haritz Guy y la portada será reconocible por todos los compradores de cupones del país, ya que Porretas han vampirizado (como ya hiciesen con la etiqueta de cerveza y con la caja de papelillos) uno de logos más añejos de nuestra cultura popular.
En definitiva “Once” es el posterior a diez, un nuevo sumar y seguir de cuatro tipos que no saben, que no quieren, hacer otra cosa.
0 comentarios:
Publicar un comentario